SANTA EULALIA DE
MÉRIDA: MÁRTIRES AYER Y MÁRTIRES HOY, SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS MUY
SIGNIFICATIVAS.
Cuando comencé mis investigaciones sobre la figura de Santa Eulalia consideraban
algunos que la sobredimensionaba; yo entonces sólo documentaba sus preeminencias
según los primeros cristianos e intentaba explicarlas sobre los textos bíblicos
y, especialmente, los del Nuevo Testamento.
Al avanzar en mis investigaciones pude formar, basándome en historiadores
y liturgistas, un sólido cuadro del mártir en la Antigüedad al tiempo que
comprobaba que la idea del mártir había sufrido un gran menoscabo a lo largo de
los tiempos, tal como había sucedido con el valor de sus reliquias.
Y esta era la razón de mis presuntas “sobrevaloraciones”.
Fue el mártir la primera y única manifestación de la Santidad, junto con
el confesor o mártir no muerto en los tormentos; si bien eran las autoridades
locales las que proclamaban el
reconocimiento éste se basaba en la directa autoridad del Nuevo Testamento: Evangelios
y Apocalipsis.
Actualmente la condición de mártir ha pasado a ser un grado inferior al
de la Canonización o Santidad de los “mártires” no sangrantes o de voluntad,
blancos y verdes: obispos, príncipes, vírgenes consagradas, ascetas, sacerdotes,
clérigos no ordenados, laicos, etc. y no se le requiere milagro alguno.
Los santos post-mártires o “mártires no sangrantes o de voluntad”
constituyen una nueva forma de santidad creada por la Iglesia a partir de la
Paz de Constantino para reconocer las virtudes heroicas de sus miembros más
conspicuos.
Pero ahora veamos la hermosa y desconocida concepción de los mártires que
tenían los primeros cristianos.
Comencemos espigando los escritos
de Mario Rigetthi:
“El término “sanctus”, (de
“sancire”, encerrar) en su noción primitiva denota un lugar cerrado, reservado,
donde la divinidad se ha manifestado de alguna manera. En el campo religioso,
el término “sanctus”, fue aplicado por derivación a aquellas personas, ya
vivas, ya difuntas, tenidas en tal alta estima moral, que se creían “res sacra”(cosa
sagrada), porque en ellas Dios se había manifestado de modo particular”.
Respectivamente eran estos santos
cristianos los confesores y los mártires que se diferenciaban tan sólo en que
los confesores tras las torturas conservaban la vida.
Y continúa Rigethi:
“Hasta la mitad del siglo IV
solamente los mártires fueron considerados “sancti”(santos) y tuvieron los
honores del culto. Eran los cristianos perfectos, los verdaderos imitadores de
Cristo, porque eran partícipes efectivos de su pasión, quienes, lavando en la
sangre toda mancha, habían merecido ser admitidos en seguida a la visión de
Dios”.
Y añade: “y en el último día
serán, como los Apóstoles, jueces al lado de Cristo, de sus hermanos”.
Y LOS MÁRTIRES “SERÁN COMO LOS
APÓSTOLES”… DICE RIGHETTI:Consideremos dicho extremo:
Pascuale Testini dice que el término “mártir” en su primitiva significación de
“testimonio” o “testigo” de Cristo unido al sacrificio de su vida le fue
aplicado inicialmente a los Apóstoles.
Pero será el Libro del
Apocalipsis quien aplique por vez primera a un simple cristiano y ya fuera del
tiempo de Jesucristo el mismo apelativo: Antipas: “Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida, 2, 10.
Sé en donde moras, en donde está
la silla de Satán; y conservas mi nombre, y no negaste mi fe. Y en aquellos
días Antipas mi fiel testigo, que fue muerto entre vosotros, donde Satanás
mora. 2, 13”.
Pero, aún hay más según el Libro
del Apocalipsis; Jesucristo les invita a los mártires a otra “última cena” como
a los propios Apóstoles: “Si alguno oyere mi voz, y me abriere la puerta,
entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo. 3, 20”, es decir también les
invita a tomar el “cáliz de la salvación”; el “cáliz de la salvación” es el nombre habitual del
martirio tal como vemos en el Evangelio, decía Orígenes.
Tras la Resurrección; Jesucristo ya no se aparece a las gentes sino que
confía su testimonio a sus apóstoles o testigos
de los que se vale tanto como intermediarios y voceros y les asegura que “cuando
os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que
hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que
hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. Mateo,
10,19-20”.
Por ello el
martirio está considerado como una Teofanía, es decir, una manifestación del
propio Dios. Y de aquí el nombre de Eulalia: “la bien hablada” porque a su través
habló el Espíritu.
También los
mártires y, en concreto, Santa Eulalia,
recibieron la consideración de taumaturgos tal como los Apóstoles.
Un eminente
historiador del arte cristiano y de sus motivaciones teológicas, André Nicolaivich
Grabar, expuso la misma idea según la cual el martirio “este acto místico [el
del testimonio y/ o su consumación sangrienta] anulaba el tiempo que separaba a
los santos con los de la edad evangélica y los asimilaba milagrosamente a los
testigos oculares de la Encarnación y de la Resurrección”.
.
Daniel Rops resume estas antiguas
creencia considerando que el “martirio no fue así solamente un hecho
político, consecuencia lógica de un conflicto entre una doctrina revolucionaria
y un orden establecido. Fue un elemento fundamental de la Iglesia Primitiva,
que se realizó en unas almas privilegiadas como un carisma, como la “Gracia de
las Gracias”, y cuyos efectos sobrenaturales revirtieron sobre todas la
comunidad de los hijos de Dios”.
En la ciudad
de Mérida a 12 de enero de 2014.
HAMMAN, A.G., El
martirio en la antigüedad cristiana. Desclée de Brouwer, Bilbao, 1998, pp. 90 y 91. Mateo 20, 20: “Entonces se le
acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para
pedirle algo..21 El le dijo: «¿Qué quieres?» Dícele ella: «Manda que estos dos
hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino.» 22
Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a
beber?» Dícenle: «Sí, podemos.» 23 Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero
sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es
para quienes está preparado por mi Padre”.
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